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EL NÚMERO DE AVOGADRO Y LA CONEXIÓN ENTRE DOS MUNDOS


En este año 2018 unos científicos han publicado que han determinado el número de Avogadro con un error menor que 20 átomos por cada mil millones de átomos.

En 1811 el italiano Amadeo Avogadro (1776-1856) fue el primero que se dio cuenta de que, en las mismas condiciones de presión y temperatura, el mismo volumen de distintas sustancias gaseosas contiene el mismo número de partículas (llamadas moléculas). Por ejemplo, un litro de oxígeno, un litro de nitrógeno y un litro de vapor de agua contienen todos ellos el mismo número de moléculas (si están a la misma presión y temperatura). La importancia y validez de este fenómeno no fueron reconocidas por la comunidad científica hasta bastantes años después de que Avogadro lo descubriera. Sin embargo, Avogadro no dio realmente un valor al número que lleva su nombre. El primero que intentó determinar al número de moléculas en una cierta cantidad de gas fue el austríaco  Josef Loschmidt; y el primero que usó la expresión “número de Avogadro” fue el francés Jean Baptiste Perrin, quien en 1909 consideró a dicho número como una constante universal.

Una forma muy útil de cuantificar la cantidad de una sustancia determinada es usando el concepto de “mol”. La unidad llamada “mol” no mide la masa, sino el número de entidades o partículas. Un mol de cualquier sustancia, independientemente de la que ésta sea, contiene siempre el mismo número de partículas, y ese número de partículas lo llamamos número de Avogadro, o constante de Avogadro, y es igual a aproximadamente 6,022x1023. El número de Avogadro es una magnitud increíblemente grande: un seis seguido de 23 ceros. Este número se puede usar para contar diferentes cosas, similarmente a como usamos el término “docena”. Podemos tener una docena de huevos, una docena de lápices, etc.; y podemos tener un número de Avogadro (mol) de moléculas, átomos, electrones, etc.

Mediante el paso de corriente eléctrica se puede depositar una determinada masa de una sustancia, por ejemplo un mol de un metal, y usar las leyes de Faraday. Midiendo la corriente eléctrica necesaria para depositar dicho mol, y conociendo cuál es la carga de un electrón, podemos determinar cuántos electrones hay en un mol de electrones, y así determinar experimentalmente el número de Avogadro con bastante precisión. Obviamente hay otros métodos para determinar el número de Avogadro, por ejemplo usando difracción de rayos-x. Sin embargo, el valor del número de Avogadro no se conoce con exactitud.

Actualmente el número de Avogadro se suele referir a una exacta cantidad de masa de un determinado elemento, por ejemplo, un mol de carbono-12 contiene el número de Avogadro de átomos de carbono-12, lo cual equivale a 0.012 kilogramos del isótopo carbono-12.  Podemos pesar esa cantidad de carbono con bastante precisión, pero la medida de la pesada siempre tiene un error, aunque sea pequeño; por tanto, tampoco podemos saber exactamente el número de partículas que hay.

                El número de Avogadro, y el concepto de mol, nos permiten intercambiar las magnitudes entre el mundo macroscópico (gramos, litros, etc.) y el mundo submicroscópico (moléculas, átomos, electrones, etc.), pero siempre con inexactitud debido a las medidas experimentales.

                El número de Avogadro se relaciona con la constante de Planck y con la constante de Boltzman, siendo ambas constantes físicas universales. Cuando decimos “constantes físicas universales”, nos referimos a que éstas determinan que el universo sea como es. Sin embargo, es un error considerar al número de Avogadro como una constante física universal, en vez de lo que es, un número dividido por unidad de materia (mol) o una constante de proporcionalidad que permite la conversión coherente entre varias magnitudes. El número de Avogadro es una construcción humana. Las constantes de Planck y de Boltzman, y la velocidad de la luz no son construcciones humanas, sino valores que aparecen en la naturaleza. Pero decir que no son construcciones humanas, sino naturales, ¿qué significa exactamente? ¿Las contantes físicas podrían haber haber aparecido en el Universo sin una mente que las fijara, similarmente a como nosotros hacemos con el número de Avogadro?

LOS ASUNTOS DEL GÉNERO


Recientemente he leído un Trabajo de Fin de Grado realizado en mi Facultad donde el estudiante planteaba la necesidad de realizar los experimentos con “paridad de género”; aunque en realidad lo que el estudiante quería expresar es la necesidad de hacer ensayos tanto con ratones machos como con ratones hembras, ya que los efectos de determinadas sustancias químicas no tienen por qué ser siempre iguales en ambos sexos. Entonces, yo me pregunto: ¿cómo es posible que un estudiante del último curso de una Facultad de Ciencias no sepa qué es el género?, ¿ya no se entiende las palabras bíblicas de “macho y hembra los creó”?, ¿se confunde la ideología con la ciencia?, ¿cómo hemos llegado a esta situación?

Aclaremos los principales significados del “género”:

  1. Género biológico. En la biología el género se refiere a cierta clasificación de los seres vivos, debajo de la familia y encima de las especies. Generalmente el género es un grupo de especies: leones, leopardos, guepardos y gatos estarían clasificados en el género de los felinos; mientras que lobos y perros se clasificarían bajo el género canino. No hay que confundir el género biológico con el sexo biológico (macho/hembra).
  2. Género gramatical. En la lengua española, como en algunas otras lenguas, los nombres pueden tener principalmente género masculino o género femenino. Esta es una característica arbitraria de los sistemas lingüísticos, sin que tenga por qué tener relación con el sexo biológico. En español, otras palabras (artículos, adjetivos…) también pueden tener género. Ejemplos de palabras con género femenino: silla, gallina, actriz, bomba, poetisa, montaña, jirafa. Ejemplos de palabras con género masculino: vaso, abad, camarero, león, piojo, río, ratón. Algunos autores también consideran que, además de género masculino y femenino, hay otros tipos de géneros; aunque sólo mencionaré aquí algunos de ellos. El género neutro en lengua española para referirse a nociones abstractas: lo, ello, algo, nada. También hay sustantivos que son de género común: el/la violinista, el/la dentista. No hay que confundir el género gramatical (el ratón, la jirafa) con el sexo biológico (macho/hembra); en español no existe "el jirafo", sino que la palabra "jirafa" implica a animales de  esa especie de ambos sexos.
  3. Género sociológico. En la llamada ideología de género, o teoría del género, parece que inicialmente planteada por la filósofa feminista Simone de Beauvoir (1908-1986), lo masculino y lo femenino en los seres humanos serían puras construcciones sociales y culturales. El género se referiría a “los roles socialmente construidos, comportamientos, actividades y atributos que una sociedad considera como apropiados para hombres y mujeres”. Las características que se identifica en las mujeres no les vienen dadas de su genética, sino por cómo han sido educadas y socializadas ("no se nace mujer, se llega a serlo").

 

Actualmente, muchas normativas nacionales, regionales, españolas e internacionales recogen la llamada “paridad de género”, por la que se debe procurar un igual número de hombres y mujeres en todo tipo de actividades: educación, puestos de trabajos, tribunales, etc. En inglés, similarmente se usa la expresión “gender issue”, que sería el “asunto del género”. Lo más significativo de esto es que no se usan las expresiones “paridad de sexo” y “asunto de sexo”, sino “paridad de género” y “asunto de género”; es decir, se olvidan del sexo biológico y asumen la terminología de la ideología de género. De aquí viene la confusión que mencioné al principio de esta entrada: todo el mundo de forma natural entiende lo que es biológicamente el sexo masculino/femenino, pero los géneros gramaticales y sociológicos no son comprendidos por una parte considerable de la población. Y toda esta confusión se agrava cuando se usan incorrectamente lenguas, como la española, con diversos tipos de géneros. Si eliminamos el sexo biológico de los "animales humanos", sustituyéndolo por el género sociológico, ¿por qué habría que usar el sexo biológico en los "animales no humanos?  ¿Vamos a preguntar a ratones y jirafas de qué género sociológico deciden que son? 

No subestimemos el poder del lenguaje. Las palabras a veces pueden reflejar una u otra forma de pensar, pero también pueden cambiar la forma de pensar. Y es que no dan puntada sin hilo.

LAS CINCO VÍAS DE TOMÁS DE AQUINO



El filósofo y teólogo  medieval Santo Tomás de Aquino, nos dejó cinco vías principales para argumentar la existencia de Dios. La monumental obra de Aquino tenía fuerte influencia de filósofos anteriores. Aquí resumo brevemente dichas vías y las relacionó, dentro de lo posible, con las leyes de la Termodinámica que se formularon unos seiscientos años más tarde.

En principio, se podría pensar que la Teología y la Termodinámica son cosas muy distintas y que no se deberían mezclar por ser completamente independientes una de otra. En parte sí, y en parte no. Aunque el conocimiento es progresivamente más especializado a lo largo de los siglos, tampoco se puede argumentar de forma completamente aislada en un área de la otra. Probablemente, donde menos funciona el mecanismo de vasos comunicantes entre distintas áreas del saber es en lo que llevamos del siglo XXI. No creo que se deba argumentar en un área de una manera que parezca absurda en otra disciplina, y hoy más que nunca hay que reconciliar la fe con la razón como incansablemente postulaba T. de Aquino.

 PRIMERA VÍA. Se observa que todo lo que se mueve es movido por algo. Si rechazamos seguir hasta el infinito, hay que admitir que debe haber un  “primer motor” que mueve sin ser movido por nada, y este “primer motor” sólo puede ser Dios.
Aquí el movimiento no tiene que entenderse únicamente como cambio de posición, sino que implica cualquier tipo de cambio.
Se relaciona con la primera ley de la Termodinámica. La nada no puede producir nada, y el Universo no puede haber surgido de la nada.

SEGUNDA VÍA. Se observa que todo efecto tiene una causa. Si rechazamos proceder hasta el infinito, hay que admitir que debe haber una “primera causa” que no es un efecto no producido por otra causa, es decir, una causa no causada que debe ser Dios.
El concepto de causalidad se puede remontar como mínimo hasta Aristóteles y, por otra parte, también es recogido por la teología islámica.

TERCERA VÍA. Se observa que lo contingente (lo que puede suceder o no suceder) depende de lo necesario. Debe haber una realidad absolutamente necesaria que debe ser Dios.

CUARTA VÍA. Se observa que existen diferentes grados de perfección. La realidad absolutamente perfecta es Dios.
Se relaciona hasta cierto punto con la tercera ley de la termodinámica. Si la entropía del universo tiende a aumentar con el tiempo, entonces el mínimo de entropía o máximo de perfección debió de darse en el inicio del universo o antes de su comienzo.

QUINTA VÍA.  Se observa que todo lo que sucede tiende hacia un fin. Por extrapolación, el fin absoluto es Dios.

En resumen, no se puede usar la Termodinámica para argumentar contras las vías aquinianas, sino más bien todo lo contrario.