Según la teoría del pico de petróleo, un campo
petrolífero al comienzo de su explotación va progresivamente aumentando su
producción de crudo, hasta que llega a un máximo, y después va progresivamente
disminuyendo hasta que finalmente es abandonado. El geofísico Hubbert fue capaz de predecir el pico
de petróleo en algunas explotaciones estadounidenses en el comienzo de la
década de 1970.
En los
yacimientos de petróleo, la materia orgánica impregna a la roca, no hay una
especie de gran lago subterráneo de petróleo, y no basta con perforar y subir
el petróleo como si se tratara de un pozo de agua, sino que hay que extraer o
aspirar el petróleo mediante bombas. Estas bombas consumen energía para hacer
que el petróleo salga a la superficie. Según se va extrayendo más y más
petróleo de un cierto yacimiento, llega un punto en que la extracción del mismo
es demasiado difícil. Es decir, el yacimiento se abandona porque, aunque siga habiendo
petróleo en el subsuelo, hace falta gastar más energía para extraerlo que la energía
que puede proporcionar el petróleo obtenido. Obviamente a lo largo de los años
los métodos de perforación y extracción de petróleo han mejorado mucho, lo cual
permite obtener más crudo de forma rentable, pero no obstante siempre llega un
momento en que no es rentable seguir explotando el yacimiento. Cuando digo que
no es rentable, me refiero a la ganancia
energética neta; aunque esta idea es difícilmente entendible para aquéllos que
sólo razonan en términos de rentabilidad económica. Una cosa es el precio del
petróleo y la supuesta rentabilidad económica, todo lo cual depende de
múltiples factores no científicos en los cuales no voy a entrar, y otra cosa
son las leyes de la ciencia termodinámica. La limitación de los recursos petrolíferos
tienen que ver principalmente con la ciencia, aunque su explotación también está
afectada por consideraciones económicas.
Por
extrapolación de los daros disponibles, Hubbert
predijo un pico del petróleo mundial para principios del siglo XXI. Realmente,
después del año 2001 la producción mundial de petróleo siguió aumentando, por lo
que el pronóstico de Hubbert no se cumplió estrictamente. Sin embargo, según los
datos de la Agencia Internacional de la Energía, la producción de crudo convencional
sí que ha disminuido en los últimos años. Esto tal vez sea algo difícil de
entender, pero además del crudo convencional, se puede obtener algo parecido al
petróleo (esquistos, arenas asfálticas…) pero de menos calidad, así que los
datos de producción total de petróleo se pueden “maquillar” sumándole al “petróleo
para negra” otros productos. Lo volveré a escribir por si no ha quedado claro:
la producción del petróleo de calidad se ha estancado o está empezando a
disminuir.
Realmente, no
es fácil saber cuánto petróleo “bueno” se produce y cuánto petróleo de menor
calidad se adiciona al anterior, ya que como he dicho los datos disponibles tienden
a no ser claros. La explotación de los petróleos de baja calidad de
Norteamérica y el famoso “fracking” (un método para extraerlos) son un indicio
muy fuerte que hacen más fácil concluir ya ha comenzado el pico del petróleo
convencional.
Existen
diversas páginas web en inglés y en español que tratan el tema del pico del
petróleo, además por supuesto de bibliografía científica especializada. Llevo
más de quince años leyendo sobre este tema y, con los datos que tenemos, me atrevo
a decir que el pico del petróleo se está haciendo realidad. Las autoridades a
nivel internacional están haciendo lo posible para que este proceso de decaimiento
petrolífero no sea traumático para la población , salvo en algunos países donde
ya han colapsado (Venezuela, Siria, Yemen…). Como es habitual, se pretende que
le gente no altere su vida y no deje de consumir, para evitar una crisis
económica. Sin embargo, la situación cada vez es menos disimulable, ya que
mucho de lo que va a cambiar o está cambiando (diesel, vehículos eléctricos,
energías renovables, política monetaria…) está directamente causado por el pico
del petróleo. Ya veremos cómo transcurre todo esto, pero lo vamos a ver muy
pronto. No creo que sea posible que nuestros hijos en su edad adulta circulen
con automóviles con motores de gasolina, salvo que sean de la clase económica
alta. Pero la consecuencia probablemente no se detendrá en el tipo de transporte,
ya que si no sucede algo inesperado, el tiempo de la energía barato se ha
terminado. La energía barata es totalmente necesaria para nuestro modo de vida desde
mediados del siglo pasado, y nadie sabe muy bien cómo vamos a poder sobrellevar
el pico del petróleo. Tendremos que acostumbrarnos a consumir menos recursos
naturales, y a usar la energía de forma más eficiente, pero es difícil
gestionar esta transición sin provocar empobrecimiento de la sociedad, y
realmente, el camino del empobrecimiento ya lleva más de una década. Después de
todo en Europa no lo estamos haciendo tan mal (podía ser mucho peor), aunque lo
peor está por llegar.
La austeridad es una de las virtudes
cristianas. Así que, como es habitual, los cristianos deberíamos estar en mejor
disposición para afrontar las vicisitudes, que en este caso será el decrecimiento
energético que nos va a tocar vivir en
este siglo XXI. Estos cambios que van a acontecer serán una oportunidad para
sacar lo mejor de nosotros mismos. Que Dios nos ayude.
