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GOBIERNO DEMONÍACO


En la Biblia aparecen dos tipos de gobiernos. Por un lado está el gobierno que mantiene el orden y la paz, al cual San Pablo reconoce cierta autoridad de origen divino y por tanto nos exhorta a ser buenos ciudadanos. Y por otra parte está el gobierno que podemos denominar de la gran ramera de Babilonia, siguiendo el lenguaje del Apocalipsis, y que persigue a los cristianos y difunde el pecado. Es a ese estado que usa su poder para fomentar el pecado sin tapujos, al que el libro del Apocalipsis y el primer libro de los Macabeos nos llaman a resistir.

No es difícil encontrar ejemplos de uno y otro tipo de gobierno en la Historia. Cualquier creyente puede ver la maldad extrema en los gobiernos, por ejemplo, de Hitler y Stalin. Los gobiernos que mantienen el orden y toleran a los creyentes, siendo imperfectos pues el reino de Cristo no es de este mundo, también pueden identificarse. Pero también pueden existir situaciones menos claras, en las que influencia demoníaca está más encubierta. El Nuevo Testamento nos da un excelente ejemplo de este último caso. El viernes santo, Poncio Pilatos, en un acto democrático pregunta al pueblo si desean liberar a Jesús o a Barrabás. A partir de un acto de gobierno que podría pensarse que es benévolo, la influencia del demonio en los hombres desemboca en un trágico final. Pues bien, así es como actúa el pensamiento masónico y todos sus derivados, análogamente a como lo hace Satanás, apartándonos de Dios no de forma evidente, sino mediante el engaño y la confusión, manipulando y mintiendo.

La pregunta que cabe formular ahora sería, ¿qué tipo de gobiernos tenemos en la actualidad y qué actitud debemos tener frente a él según la Biblia? Podemos dar algunas pistas para ayudar a contestar tal pregunta.

(1)    El aborto es un sacrificio demoníaco, no es un derecho de la mujer.

(2)    La eutanasia es un asesinato, un acto de maldad y crueldad, no un acto de compasión.

(3)    La ideología de género fomenta la lucha entre hombres y mujeres, y no favorece a las mujeres ni a los hombres sino que perjudica a todos.

(4)    El laicismo y el ecumenismo son parte del pensamiento masónico tradicional, nada tienen de novedad ni progreso, sino que llevan al pecado.

(5)    El homosexualismo fomenta el pecado y pervierte a los niños, nada tiene que ver con derechos ni libertades.

(6)    Bajo la libertad de expresión se ampara la pornografía que destruye la pureza e inocencia de los jóvenes.

(7)    La adoración de falsos dioses e ídolos son actos de influencia satánica, que no tenemos por qué tolerar en base a la libertad.

(8)    El Nuevo Orden Mundial es claramente masónico, no tiene nada de nuevo, sino que es otro intento de apartarnos de Dios usando para ello los poderes políticos y económicos.

(9)    Por sus obras los conoceréis. No hay que dejarse engañar por sus palabras ni eufemismos, sino por las consecuencias finales en las que desembocan.

(10) La ciencia y la razón no van en contra de la verdadera fe, al contrario de lo que nos quieren hacer creer. La ridiculización sistemática y masiva de los creyentes en TV, películas y libros, no es un acto de ejercicio de la libertad de expresión sino que es un programa deliberado para apartarnos de la verdad y llevarnos al infierno.
 
(11) El relativismo moral no es tolerancia, sino tibieza, indolencia y la estrategia habitual de sembrar confusion. Que tu sí sea un sí, y tu no sea un no. 

 

Yo creo que está bastante claro dónde estamos actualmente.

CIENCIA, DEMONIOS Y EXTRATERRESTRES


El Papa León XIII dijo haber tenido esta visión, entre otras: “Vi demonios y oí sus crujidos, sus blasfemias, sus burlas. Oí la espeluznante voz de Satanás desafiando a Dios, diciendo que él podía destruir la Iglesia y llevar todo el mundo al infierno si se le daba suficiente tiempo y poder. Satanás pidió permiso a Dios de tener 100 años para poder influenciar al mundo como nunca antes había podido hacerlo”. Parece ser que el Papa León XIII introdujo diversas invocaciones de San Miguel contra la amenaza de la francmasonería. Así, en 1886, el Papa decretó que esta oración fuese recitada al final de la Santa Misa por toda la Iglesia universal:

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y las asechanzas del demonio. Reprímale Dios pedimos suplicantes; y tú, Príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno con tu divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas.
                                                                         Amén

Después del Concilio Vaticano II se dejó de invocar a San Miguel en las misas. Sin embargo, San Juan Pablo II pidió retomar la oración a San Miguel Arcángel por los ataques a la vida humana. En 1994, durante el Año Internacional de la Familia, el Papa San Juan Pablo II pidió a todos los católicos que rezaran esta oración diariamente. Él advirtió que el destino de la humanidad estaba en grave peligro. Sin embargo, las oraciones a San Miguel no están incluidas en las misas actualmente.

En la actualidad están apareciendo diferentes declaraciones de cristianos que siembran dudas sobre la existencia del demonio, como por ejemplo es el caso del nuevo arzobispo primado de Colombia, L.R. Rueda, y del superior de la Compañía de Jesús, A. Sosa.

Es indiscutible que la existencia del demonio tiene un papel importantísimo en la religión católica tradicional y en su sana doctrina. Basta con leer por ejemplo los evangelios y el Apocalipsis para darse cuenta de ello. Cualquiera que no crea en la existencia del ángel caído al que llamamos demonio no puede decirse que sea realmente católico.

El demonio, su existencia, y la influencia demoníaca que tal entidad ejerce sobre el mundo están fuera de las ciencias de la naturaleza. No se puede abordar actualmente lo demoníaco desde la perspectiva de las leyes conocidas de la naturaleza. Pero eso no implica que el demonio no exista ni que pueda ejercer poder sobre nosotros. Por definición, para los creyentes, el ángel caído es un ser dotado de una inteligencia muy superior a la de cualquier ser humano, que pretende confundir y dividir. Nos queda mucho por saber sobre las leyes que describen el comportamiento del mundo físico, pero muy probablemente Satanás sabe más de ellas que nosotros. Si los hombres actuales saben de ciencia, mucho más sabe el diablo.  Bien podría el diablo usar su inteligencia y conocimientos para usar la ciencia para intentar avanzar en sus propósitos. Dijo San Pablo que quiso Dios confundir a los sabios. Debemos tener cuidado, pues desconocemos cómo ha podido (o no) influir el oponente de Dios en el desarrollo científico de los hombres.

Aún hoy en día nos sorprenden algunas construcciones realizadas en tiempos muy antiguos. El libro del Génesis en el Antiguo Testamento nos habla de seres con cuerpo, pero no humanos, que convivieron con los hombres. Algunos relatos provenientes de civilizaciones antiguas, como la sumeria, también se refieren a seres no humanos, que más se asemejan a demonios que a otra cosa. En los últimos años se está incrementando en la televisión la presencia de documentales y películas en los que se defiende la hipótesis de que seres extraterrestres visitaron la Tierra en tiempos históricos. Esta hipótesis suele incluir que algunos sucesos relatados en la Biblia indicarían la presencia de seres extraterrestres, en vez de hechos sobrenaturales. También se defiende por algunas personas que algunas construcciones en piedra muy antiguas fueron edificadas por extraterrestres. Es decir, se pretende sustituir la fe religiosa por la creencia en seres extraterrestres. Esta mentalidad se puede resumir así: si algo no se explica con la ciencia que conocemos, es porque lo hicieron extraterrestres, pero no puede ser debido a poderes sobrenaturales. Todo vale con tal de negar la existencia de Dios, la ciencia, los extraterrestres y lo que haga falta. Si se niega a Dios, también habrá que negar la existencia del diablo como ser espiritual. Para una mentalidad atea, es más fácil creer en extraterrestres que en demonios. Cualquier cosa vale antes que creer en Dios, incluida la masonería.

Una jugada maestra del príncipe de este mundo, pensada y ejecutada durante muchísimo tiempo, y que ahora mismo está triunfando. Ridiculizar la creencia en la existencia del demonio por ir supuestamente en contra de la ciencia,  negar la influencia demoníaca y dividir a la Iglesia. Si no crees en el demonio, ¿cómo podrás luchar contra él? ¿Quién peleará la batalla espiritual? Si el demonio existe, que yo sí lo creo firmemente, debe estar disfrutando de la confusión y división que ha creado, como advirtió el Papa León XIII. Sólo con ciencia las piezas de este puzle no encajan, también tienes que tener fe.
Que Dios y su arcángel San Miguel nos ayuden en lo que está por llegar próximamente.