Una de las
ideas erróneas que más ha contribuido a fomentar el ateísmo es creer que la
Biología puede explicar el origen de la vida y de las especies sin recurrir a
Dios. El hecho es que el registro fósil lo que en realidad demuestra es saltos entre
especies sin mucha continuidad. Una cosa son pequeñas variaciones genéticas y
otra muy distinta es la aparición de nuevos órganos plenamente funcionales. No
hay eslabones biológicos progresivos entre un ojo plenamente funcional y algo
parecido a un ojo primitivo sin capacidad. Tampoco hay mucho fundamento en el
registro fósil para conectar un género1 con otro.
La aparición
de la vida no tiene por qué violar ninguna ley de la naturaleza, pero es
extremadamente improbable que suceda y, sin embargo, sucedió. No se puede
aceptar como muy razonable que todo lo que puede suceder acaba sucediendo por
improbable que sea, como las mutaciones genéticas que den lugar a un nuevo
género, y que por el contrario la intervención de Dios en la aparición de
nuevos seres vivos sea imposible. Es más razonable pensar que Dios interviene
de una forma tal que permite negarlo a los que libremente optan por el ateísmo.
En este blog ya he tratado sobre la inconsistencia de
fundamentar el ateísmo en la biología al modo en que lo hace Dawkins.
Aquí van varios enlaces sobre este tema:
En realidad ni
la Biología, ni ninguna otra ciencia, pueden justificar plenamente el
comportamiento de la naturaleza. Toda la ciencia describe el comportamiento de
la naturaleza, pero no puede explicar el mundo sin recurrir a Dios. La ciencia
actual no es capaz de justificar qué fuerza mueve a la materia inerte a
convertirse en seres vivos, y mucho menos a generar la conciencia humana. Los ateos no son sabios, sino ignorantes y/o
presuntuosos.
1 No confundir el género biológico con el mal llamado “género
sociológico”. En inglés la palabra “gender” debe frecuentemente traducirse al
español como “sexo” y no como “género”. El género biológico en inglés es
“genus” (entre la especie y la familia).
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